“¿Es que eres un poco rara? ¿Es que eres un poco raro?” 

No te equivoques colega, lo que soy es BASTANTE rar@.

Y como diría Anita, está “perfe” así.

Nos imaginamos que la vida tiene su camino escrito: estudias, trabajas, te casas, tienes hijos, hipoteca, jubilación… y si todo va bien, algún viajecito antes de que la ciática te diga lo contrario. Pero la realidad es que cada uno sigue su propio recorrido, y cuando el nuestro no se parece al que esperábamos, nos entra la duda: “¿Seré raro?”

Pensemos un momento. ¿Un cirujano es raro por disfrutar abriendo cuerpos para resetearlos? ¿Un científico es raro por pasar horas obsesionado con por qué explotan las cosas en lugar de salir de cañas? ¿Un artista es raro porque prefiere pintar a hablar de fútbol? No, simplemente están siguiendo lo que les apasiona.

A veces nos sentimos raros no por lo que somos, sino porque imaginamos nuestra vida de una forma y luego resulta que toma otro rumbo. Como si hubiera un guion establecido y, si no lo seguimos al pie de la letra, estuviéramos fallando. Pero la vida no es un libro con páginas numeradas, es más bien un cuaderno en blanco en el que vamos escribiendo sobre la marcha.

Yo, por ejemplo, soñaba con ser una maravillosa ama de casa, trabajar de hostess en un restaurante chic y recorrer España en bici probando platos exquisitos. ¿Qué hago ahora? Trabajo en un pueblo, tengo una consulta y ayudo a la gente a mejorar su calidad de vida.

El otro día, en una boda, hablaba con una antigua amiga del instituto. De esas que han seguido el guion al pie de la letra: pareja estable desde los 25, dos hijos, chalet con jardín y vacaciones en la misma casa rural de siempre porque “a los niños les encanta”.

—Tía, es que lo tuyo es rarísimo 

—¿Lo mío? ¿Por qué?

—Yo qué sé, siempre corriendo por el monte, escalando, con la bici, en pueblos perdidos, conociendo gente extraña… —se ríe—. Es que no sé cómo no te da miedo.

—¿Miedo? ¿Sabes qué me da mas miedo? Pelearme por una hamaca en un hotel de Benidorm.

Nos reímos. Más tarde, me confiesa que envidia mi libertad. Que sueña con hacer la maleta, tener una furgo como la mia y perderse por ahi. Pero claro, los niños, el trabajo, la hipoteca… Asi que entre risas le contesto:

—Bueno, siempre puedes empezar con una escapadita de fin de semana. Vente un día conmigo y te enseño una tiendita donde fabrican el mejor queso del mundo.

Días después, de cañas con un amigo ganadero, me suelta:

—Joder, es que paso mucho tiempo solo. Es que soy un tio raro.

—No, tío, no eres raro. Eres sabio —le digo—. Tienes muchísimo tiempo para pensar, para darle vueltas a cómo sorprender a la gente de tu pueblo, para tener ideas que hagan que tu pueblo no desaparezca , que tus sobrinos puedan disfrutar de lo mismo que tu en su dia. Tienes tiempo para recuperar las recetas de tus abuelas, puedes pensar en cómo decorar tu casa, en cómo ayudar a tus padres, en la proxima comida o ruta chula que vas a preparar con tus amigos… ¿sabes cuánta gente de ciudad daría lo que fuera por poder escaparse los fines de semana a respirar aire puro? ¡Tú lo tienes todos los días! No eres raro, eres afortunado.

Se quedó en silencio unos segundos y luego sonrió.

Porque esa es otra. Ya sabeis que no tengo familia, pero me vine de Barcelona a un pueblo y ahora me siento en familia también. No trabajo en un restaurante, pero me encanta pensar en recetas cuando salgo a correr y cocinarlas para la gente que quiero siempre que puedo. No viajo tanto como me gustaría en busca del restaurante especial de turno, pero me voy con mi gravel por cualquier vía verde y siempre hay una tiendita de pueblo que me agasaja con sus viandas espectaculares. Y con un poco de suerte, hasta me enseñan cómo fabrican su propio pan, queso o embutidos, ¡que anda que no mola!

Entonces… ¿qué ha pasado aquí? ¡Ostras! Pues igual sí que he conseguido todo lo que quería ser. Pero en versión 2.0, personalizada, hecha a medida. A ver si, en vez de ser rara, lo que soy es una tía sabia con suerte.

Así que la próxima vez que alguien te diga “qué raro eres”, míralo con orgullo y responde: “Gracias”. Porque ser raro no es más que ser auténtico. Y eso, amigo mío, es lo mejor que puedes ser.

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“Los diarios de Sara”, mi alter ego escritor que nació en un programa de radio.

No concibo una vida sin fuego para cocinar, libros que devorar y zapatillas para correr.

Mujer, polímata, soñadora, creativa y librepensadora.

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